miércoles, 17 de octubre de 2007

Estoy sentado en un cuento

Desde el Valle Sagrado de los Incas
Urubamba, 13 de Octubre del 2007.

Estoy sentado acá, en el medio de un cuento. Los colores son amarillos intensos como los que describe Rafo León en “Perú: País de mil colores” de Walter Wust. Acompañados de anaranjados destellando chispas como el fierro candente al fundirse, y el fucsia… "una fiesta" de pasión, más que el rojo del sexo brillante y los millones de verdes y tantos más que se mezclan, como haciendo explotar de ganas la vida sólo por hoy.

Tengo el recuerdo fresquísimo de la mañana y la tarde joven en Ollantaytambo. Sentado escuchando el agua coqueta correr por el canal. Como perfecta sinfonía natural que va tarareando vida.
El piso de piedras cantadas me recordó a muchas otras veces que anduve por acá.
Fresquísimas noches de estrellas, y siempre la misma magia de las tardes ventosas con sol. Acá vine con tantos y solo ahora, escribo la fiesta que para mi alma es volver.

He caminado el pueblo Inca, a la manera de la primera vez. Mirando y palpando sus calles, me he sentido parte de la fortaleza y cercano a las caritas chaposas que sonríen en silencio, dejándome escuchar hasta siempre el sonido de mis pasos calmados.
Y, otra vez, los colores. Ahora son del mercado. Contrastando con los tonos de las piedras y los años. Los eucaliptos, saucos y pisonays me dan una alegría purísima, cada vez que bailan, cada vez que reflejan cual espejo una luz cegadora, cada una y otra vez.

Hay un tiempo prestado en el aire y por todos lados los campos de infinitos verdes, y la roca entre el cielo y la tierra abrazando a todo el valle con antiquísima e inquebrantable ternura.
El genial diseño de alfombras multicolores, de los sembríos de kiwicha, papa y maizales asombra mis sentidos y calman la sed de mis más preciados anhelos.
Ahora mis ojos siguen siendo ventanas, por donde ya no veo, sino que dejo entrar la magia…que me llena de mucho más en este lugar.

Han caído unas gotas de lluvia en el medio de la tarde soleada, debe ser el cielo llorando de alegría junto a todas las hojas que bailan, y los destellos y resplandores que de puro coquetos no paran de jugar.
La nieve detrás, en perspectiva, de los bosques que amarran las laderas. Yo miro sentado, me calmo y respiro profundo…para poderlos contemplar.

Estoy caminando de regreso a mi cuarto y…otra vez…me vuelvo a perder de tanta belleza, son las flores que me marcan el camino como ramos del más enamorado. Son lilas, turquesas y añiles, son rosadas y casi azules, son verde limón y algunas son naranjas, muchísimas más son distintas y de nuevo amarillas.

Que este festín quede entre tú y yo, desde este lugar que de tan bonito…no existe. Desde el medio de Sudamérica, entre los Andes y la selva del Amazonas... me siento un privilegiado.
Es un honor a estas alturas de mi vida ser un hombre tratando de ser mejor…desde el Valle Sagrado de los Incas para todos los tiempos.